RPP conversó con el excanciller Manuel Rodríguez Cuadros respecto a cómo nuestro país deberá abordar sus relaciones diplomáticas con Venezuela, pese a reconocer a Edmundo González como presidente electo de ese país.
Gobierno
Nicolás Maduro asumió ayer su tercer mandato consecutivo, en medio de cuestionamientos de fraude electoral y con el rechazo de la comunidad internacional.
La tensión política en Venezuela continúa patente tras la juramentación de Nicolás Maduro como presidente de ese país, para un tercer mandato consecutivo que lo mantendrá en el poder hasta el 2031; pese a graves cuestionamientos de fraude electoral y con el rechazo de la comunidad internacional.
En una ceremonia realizada ayer, viernes, y acompañado por los mandatarios de Cuba y Nicaragua, afines al régimen chavista, Maduro Moros juró al cargo ante el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, tras lo cual arengó a sus simpatizantes respecto a su "gran victoria".
No obstante, también ayer, países como Estados Unidos, Chile, Paraguay, Costa Rica, República Dominicana, Uruguay y otros del continente remarcaron su rechazo a la nueva asunción del sucesor de Hugo Chávez. Particularmente, nuestro país emitió un comunicado lamentando que Maduro haya asumido "fraudulentamente" la jefatura de Estado y reconoció a Edmundo González Urrutia como el legítimo presidente electo.
Tras esta manifiesta postura del Gobierno peruano, ¿qué futuro le espera a las relaciones diplomáticas de nuestro país con Venezuela, considerando que, al menos hasta ahora, continuará el régimen chavista? En busca de respuesta, RPP conversó con Manuel Rodríguez Cuadros, exministro de Relaciones Exteriores y expresidente de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
"Hay una serie de intereses nacionales que tienen que ver con el combate a la delincuencia"
Rodríguez Cuadros aseveró que existe "un principio en la diplomacia, que es que los contactos entre los Estados, en función de intereses específicos, nunca deben abandonarse y siempre tienen espacios para ser tratados, aún en la guerra". En ese sentido, resaltó que, si bien el Perú "no tiene mayor capacidad de incidir en la evolución del problema venezolano, porque somos un país en crisis, también política", nuestra política exterior con Venezuela "tiene que mantenerse" enrumbada en la visión institucional de la Cancillería, pero con dos requisitos, de los cuales "uno está asegurado y el otro habría que ponerlo en actividad".
"El que está asegurado es la posición, no solamente de principios, sino de interés nacional, de considerar que en Venezuela se ha producido un golpe de Estado, hay un régimen dictatorial y que el Perú, en base a su tradición y a una política de Estado e institucional de Torre Tagle, reclama los espacios necesarios para la democratización. Ese es un punto de principios, una política exterior que […] ya ha sido definida", indicó.
"La boleta pendiente es […] cómo hacer para que los peruanos que están en el exterior, en este caso en Venezuela, puedan tener sus vidas aseguradas en un margen de seguridad y de productividad en su inserción laboral y ciudadana. Hay peruanos desaparecidos, las investigaciones todavía no dan resultados; hay un procedimiento diplomático que es el que el Brasil se encarga de los asuntos del Perú en Caracas; y, por otro lado, tenemos cerca de 1.5 venezolanos en el Perú en relación a cada 10 habitantes en Lima", resaltó.
En esa línea, el excanciller apuntó a que "hay una serie de intereses nacionales que tienen que ver con el combate a la delincuencia", lo cual "implica también las decisiones que se adopten respecto a las políticas migratorias, que todo país tiene el derecho, por ejemplo, de expulsar a quienes ya han roto el pacto de hospitalidad, y eso requiere una colaboración mínima del gobierno de Venezuela".
"Lo que hay que hacer es lograr la compatibilización, a través de contactos adecuados que la diplomacia siempre dispone, para que, en el marco del respeto a la posición peruana en relación a la ilegitimidad del Gobierno, se puedan hacer los entendimientos mínimos que permitan cumplir los objetivos nacionales en relación a la situación de la migración venezolana en el Perú, sus impactos en la delincuencia y la necesidad de tener los canales expeditos, por ejemplo, para las expulsiones, allí donde sea necesario, estrictamente necesario", consideró.
"Y, por otro lado, para proteger también a nuestros connacionales en el territorio venezolano. Eso es lo que se llama la diplomacia de frecuencia modulada, la diplomacia fina, que yo no dudo que el Canciller tendrá la mejor disposición y la capacidad institucional para transitar por esta vía que equilibre, básicamente, dos cosas que no tienen por qué ser excluyentes: principios con intereses", puntualizó.
¿Qué camino le queda tomar a la oposición venezolana en ese país y a la comunidad internacional?
Por otro lado, el jurista y diplomático consideró que "desde los puntos de vista jurídico, político y desde el ejercicio del poder, lo que ha sucedido ayer es la asunción de un gobierno de facto, a través de un golpe de Estado", pero que este se ha dado en "un contexto totalmente distinto al que hubo en los últimos años en Venezuela", el cual parece ser favorable a la oposición.
"En primer lugar, porque el presidente Maduro ha perdido la hegemonía social y política que, ahora, la tiene que compartir con la oposición, bajo el liderazgo de María Corina Machado. Este es un hecho fundamental [...] El llamado de María Corina Machado ha sido objeto de manifestaciones multitudinarias que antes eran impensables en estas circunstancias en Venezuela, y al mismo tiempo, las disposiciones del Gobierno para colocar megáfonos, retransmisión directa del acto de la asunción del poder en plazas, nos ha permitido ver, a través de las redes y de la televisión, que esas plazas estaban vacías o semivacías", señaló.
Para Rodríguez Cuadros, "eso muestra simbólicamente que hay un cambio de correlación de fuerzas en Venezuela, a favor de las tendencias democráticas en el ámbito social y político".
"Sin embargo, el Gobierno es una realidad y ese poder dictatorial tiene una proyección formal de 6 años, y no creo que se llegue a los 6 años. ¿Qué es lo que puede hacer la oposición? Lo que tiene que hacer y lo que ha señalado que va a hacer es que va a continuar movilizándose, va a continuar participando activamente en el debate nacional, en la perspectiva de patentizar la pérdida de legitimidad del Gobierno, y yo creo que va a plantear la necesidad de un diálogo político. La comunidad internacional creo que va a ir más o menos por la misma línea", aseveró.
Respecto a la comunidad internacional, el excanciller consideró que se decantará también por la búsqueda de diálogo, considerando el antecedente de Oslo que permitió "organizar el proceso electoral" y la victoria de Edmundo González.
"Lo que sí se tiene que hacer es bregar para que haya, y creo que eso lo ha entendido bien el presidente Macron y el presidente Lula, que el día de ayer han planteado que seguirán haciendo esfuerzos para propiciar el diálogo. Mi impresión es que, en Venezuela, hace más de un año y medio, ha empezado un proceso de transición que se caracteriza por la pérdida de hegemonía del gobierno de Maduro, que lo ha llevado al golpe de Estado para tener continuidad. En los años anteriores solo necesitaba elecciones, ahora ha necesitado un golpe de Estado, lo que es, a su vez, una muestra de cierta debilidad", explicó.
"Lo que yo veo es que se abre un nuevo capítulo en la transición, un capítulo difícil para la oposición, pero también un capítulo donde todos hemos podido ver que, lejos de debilitarse, se fortalece, y un Gobierno que, independientemente que asuma el poder de facto, es cada vez más débil", puntualizó.
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