La digestión puede modificar nuestro estado de ánimo.
Una mala digestión ocasiona angustia, ansiedad y depresión, explican especialistas de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), esto debido a la red de neuronas y neurotransmisores que conectan las paredes del estómago y el intestino con el córtex cerebral.
Sistema de alerta. Cuando la digestión no se realiza de manera adecuada, los nervios sensitivos localizados en las paredes inflamadas del tubo digestivo se hipersensibilizan y amplifican los estímulos locales que originan el malestar, la náusea, el dolor. Esta información, a su vez, es recibida por el cerebro y se codifica bajo el influjo de emociones como la angustia, la ansiedad o la depresión, emociones asociadas a padecimientos molestos de larga duración.
Relación bidireccional. Además, diversas enfermedades digestivas como la colitis, la gastritis o la irritación pueden verse agravadas cuando sentimos estrés o ansiedad. “La salud digestiva depende del equilibrio homeostático entre la función cerebral y la función digestiva (sensibilidad, motilidad, inflamación y microflora) y, a su vez, está influida por la dieta”, explica el doctor Juan Ramón Malagelada del SEPD.
Tratamiento integral. En este sentido, el especialista explica que una completa recuperación de las enfermedades digestivas incluye varios aspectos interrelacionados. “La recuperación de la normalidad digestiva mediante el tratamiento comporta desinflamar, regular la actividad sensitiva y motora, adoptar la dieta adecuada y restablecer el equilibrio emocional.” Además, debemos cuidar nuestro intestino grueso, comer fibra, tomar agua y dedicar el tiempo que cada uno necesite para ir al baño.
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