La renombrada psicóloga chilena da consejos para evaluar el año que pasó y replantear el nuevo desde una nueva perspectiva: aprender a amar, a dejar huella y a ser más feliz cada día.
La forma en que uno debería evaluar el año tendría que ver más con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y apegos. Así lo recordó la psicóloga y escritora chilena, Pilar Sordo.
“Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje”, explicó en una carta que circula por internet. En ese sentido, Sordo dijo que en el camino para ser mejores debemos entender que hemos venido al mundo para aprender a amar, a dejar huella y a ser felices.
Pero, ¿cómo trabajar todos los días para crecer en el amor, dejar huella y ser felices? La especialista comentó que existen tres factores que lo pueden ayudar a lograrlo. El primero: aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento.
“El trabajo, sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien a nuestra salud mental. En Chile, el significado del cansancio es visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no como el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros”, dijo.
Un segundo aspecto es “valorar la libertad como una forma de vencerme a mí misma y entender que ser libre no es hacer lo que quiero. Quizás el 2012 deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor”, explicó Sordo.
El tercer y último punto a cultivar planteado por la experta es desarrollar la fuerza de voluntad, “ese maravilloso talento de poderesperar, de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas mejores. Este es el gran elemento a educar no sólo en el 2012, sino durante todo el siglo XXI”, comentó.
REALICE ESTAS TAREAS PRÁCTICAS
Para avanzar en estos objetivos, Sordo recomendó:
- Sentarse a la mesa en familia mínimo una vez a la semana, y si se puede, todos los días. Apagar las pantallas mientras comemos, no contestar teléfonos y sentir que los únicos ruidos que se escuchan sean los de nuestras voces.
- Tratarnos bien como país y como familia. Saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los chóferes de los micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día.
- Crear dentro de nuestras casas verdaderos hogares. Y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que señale que ahí hay vida. Nuestras casas, independientemente de los recursos, se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro.
- Tengamos contacto con la naturaleza, juguemos, riamos y démonosel tiempo de compartir con los abuelos. A ellos imprimámosle las fotos para que lasvean como a ellos les gusta y disfrutemos de su sabiduría. Obliguemos anuestros hijos a compartir con ellos, así entenderán sus historias.
- Tratemos de crecer en lo espiritual. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver conla inteligencia del nuevo siglo: la inteligencia espiritual.
- Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a laconversación, a los juegos "antiguos", a los encuentros familiares, a losencuentros con amigos dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y elamor dentro de nuestras familias.
Para terminar dijo que si a alguien no le gusta su vida, debe desarrollar las estrategias para cambiarla, y “está en mi voluntad poder hacerlo”, expresó la especialista, tras reiterar que nunca debemos olvidar que "ser feliz es una decisión que renovamos cada día".
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