El uso generalizado de naloxona ha reducido las muertes por sobredosis de opioides sintéticos, pero la adicción al fentanilo sigue creciendo y devastando comunidades enteras en USA.
En un cambio notable, las muertes por sobredosis de fentanilo han caído un 22% en Estados Unidos en el último año, según los CDC. Este descenso, atribuido en gran parte al uso masivo del antídoto naloxona, trae esperanza, pero no suficiente para detener la crisis.
En vecindarios como Hilltop, Columbus (Ohio), naloxona se distribuye gratuitamente, salvando a personas en situaciones críticas. James “Sleaze” Morgan, usuario habitual, admite haber sido revivido hasta 20 veces gracias a este medicamento. Sin embargo, naloxona no cura la adicción: provoca síntomas de abstinencia inmediata que empujan a los usuarios a buscar otra dosis.
Aunque las muertes caen, el impacto social del fentanilo sigue siendo devastador. Organizaciones como el Hope Resource Center informan de un aumento del 36% en visitas, reflejando un crecimiento en el número de personas afectadas por la adicción. Además, nuevas sustancias como "tranq", un tranquilizante veterinario, se mezclan con el fentanilo, complicando aún más el problema.
La crisis ha matado a más de 450,000 personas en la última década. Naloxona salva vidas a corto plazo, pero el desafío a largo plazo sigue siendo encontrar soluciones sostenibles para tratar y prevenir la adicción en las comunidades más golpeadas.
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