Desde temperaturas bajo cero hasta esquivar alces, los trabajadores de FedEx y la Santa Claus House en North Pole, Alaska, se enfrentan a desafíos únicos para entregar miles de paquetes navideños alrededor del mundo.
En North Pole, Alaska, un pueblo de Estados Unidos donde las farolas son bastones de caramelo y el espíritu navideño nunca descansa, el Santa Claus House y sus ayudantes enfrentan una carrera contrarreloj para garantizar que los regalos lleguen a tiempo.
Este icónico lugar ha enviado cartas personalizadas de Santa a niños de todo el mundo durante décadas, pero ahora también maneja miles de pedidos navideños. "La gente deja todo para el último minuto, lo que nos desafía a procesar y enviar los pedidos desde Alaska", explica Paul Brown, gerente del Santa Claus House.
El clima extremo, con temperaturas que oscilan entre los 30 grados bajo cero, y las breves horas de luz invernal no detienen a trabajadores como Bill Soplu, un conductor de FedEx que reparte paquetes desde un aeródromo en Fairbanks. Durante la temporada alta, más de 80,000 paquetes diarios pasan por Anchorage, con aviones volando las 24 horas.
"Sabemos que cada paquete puede contener un regalo especial para alguien", afirma el piloto Joseph Erikson, encargado de transportar estos tesoros navideños. Con meses de planificación, Alaska se convierte en el centro neurálgico de la logística global para asegurar que la magia de la Navidad llegue a cada rincón del planeta.
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