Un bol lleno de arroz.

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Nutrición

El arsénico en el arroz se dispara: los científicos alertan de que podría causar millones de casos de cáncer en 2050

El arsénico es un contaminante natural del arroz cuya concentración se ha estado incrementando en las últimas décadas, advierten los investigadores.

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El arroz es un elemento básico para la alimentación de gran parte del planeta, un ingrediente fundamental tanto en la gastronomía tradicional asiática como en la dieta mediterránea. Los consumidores son conscientes desde hace años del problema del arsénico inorgánico, un contaminante que se encuentra de forma natural en el suelo y se infiltra en los cultivos de campos inundables. Lavar bien el arroz antes de cocinarlo es la principal recomendación de seguridad alimentaria.

Ahora, un estudio que publica la revista The Lancet Planetary Health advierte que el aumento de las temperaturas globales por encima de los 2 ºC y las emisiones de dióxido de carbono (CO2) han conducido a una mayor concentración de arsénico inorgánico en los arrozales. Esto se traducirá en una mayor incidencia de problemas de salud como el cáncer en los próximos 20 años, especialmente en Asia, donde el arroz se consume en mayor medida y frecuentemente sin descascarillar.

Los factores climáticos sobre los campos de cultivo, como la acidificación de los suelos, están facilitando la absorción de arsénico por parte de los granos de arroz, explica Lewis Ziska, profesor de Ciencias de la Salud Ambiental en la Escuela Mailman de Columbia (EEUU). "Nuestro estudio apunta a un incremento significativo de la incidencia de los problemas cardiovasculares, la diabetes y los casos de cáncer provocados por la exposición al arsénico para 2050".

En un correo a EL ESPAÑOL, Ziska precisa que la producción de arroz y las variedades cultivadas no son las mismas en la zona del Mediterráneo que en el resto del mundo. El cambio climático, no obstante, está teniendo algunos de los efectos más adversos en esta región, por lo que "son necesarias investigaciones para determinar los riesgos para la salud que pueden determinarse en esa zona". La prioridad en estos momentos serían los países en vías de desarrollo como Madagascar, Bangladesh o Laos, "donde el arroz supone la principal fuente de calorías".

El investigador recuerda que los efectos adversos de la exposición alimentaria crónica al arsénico son de sobra conocidos. "Incluyen el cáncer de pulmón, de vejiga y de piel. También la cardiopatía isquémica. Además, hay indicios de que también se relaciona con una mayor predisposición a sufrir diabetes, a los efectos adversos durante el embarazo, a trastornos del neurodesarrollo en los gestantes y a problemas del sistema inmune".

De hecho, el consumo del arroz con cáscara (paddy rice) en Asia ya se considera un factor detrás de la incidencia del cáncer por exposición alimentaria al arsénico. Con apoyo de la Academia China de Ciencias, el equipo de Ziska ha medido el efecto del aumento de la temperatura y el CO2 en 28 variedades de arroz y siete países: Bangladesh, China, India, Indonesia, Myanmar (Birmania), Filipinas y Vietnam. Para ello usaron la metodología FACE (Free-Air CO2 Enrichment) combinada con técnicas de modelización avanzada.

Arrozal.

Arrozal. Massimo Mormile Pixabay.

La ingesta de arroz por país se calculó en base a los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y se contrastaron con el riesgo estimado para diferentes enfermedades en función de la exposición al arsénico. La conclusión es que en los próximos 25 años se producirá un drástico aumento de los casos de cáncer, especialmente de los de pulmón y vejiga. El mayor impacto se registrará en China, donde para 2050 hasta 13,4 millones de cánceres estarán relacionados con la concentración de arsénico en los arrozales.

La necesidad de atajar la acumulación de este producto tóxico a través de la dieta es "urgente", insiste el investigador, y debe involucrar a los organismos internacionales. Ziska recuerda que las temperaturas globales siguen en aumento y tampoco se ha logrado una reducción significativa de los gases de efecto invernadero a nivel mundial, por lo que no hay motivo para esperar que el problema vaya a menos.

Sin embargo, también ofrecen guías de actuación. "Se deben hacer esfuerzos para cruzar variedades y seleccionar las que absorban menos arsénico", apunta. "También debemos mejorar la gestión del suelo en los arrozales y los sistemas de procesado". Todo esto se debe acompañar de campañas de monitorización y de campañas públicas de concienciación entre los consumidores.