David Estrada Meléndez cuenta que a diario acomoda entre 13 a 20 cadáveres en un ambiente que ya ha colapsado y donde los cuerpos se colocan uno encima del otro. Su labor es dura y peligrosa, pero debe seguir porque nadie quiere hacerse cargo de estas funciones.
David Estrada Meléndez es trabajador del Hospital Regional de Cusco y todos los días se enfrenta a una de sus peores experiencias: ver como se acumulan los cadáveres de las víctimas del nuevo coronavirus.
Su trabajo como jefe de Conservación y Mantenimiento del Hospital Regional le generó miedo en un primer momento, porque muchos trabajadores se contagiaron de la COVID-19, pero tiene que continuar con su labor porque es el único que atiende en esta área.
“Desde que ingreso lo primero que tengo que ver es cuántos cadáveres tengo. Ahora está difícil. Están unos encima de otros los cadáveres. Yo a pesar de que tengo miedo tengo que estar atendiendo, porque no hay quien atienda acá. Tengo mi familia. Estoy poniendo en riesgo mi salud”, expresó.
David cuenta que a diario acomoda entre 13 a 20 cadáveres en un ambiente que ya ha colapsado y donde los cuerpos se colocan uno encima del otro. Trabaja solo debido a que sus compañeros tienen permiso por ser personas de riesgo.
Estrada trabaja desde las 5:30 am. hasta altas horas de la noche. Su labor formal es supervisar el mantenimiento y vigilancia del Hospital Regional, pero a veces desatiende estas funciones por estar en la morgue COVID-19, pues nadie quiere hacerse cargo de esta área.
Su familia le pide que renuncie, pero sus ganas de ayudar a las personas, es más importante para él.
A la fecha, en Cusco se han registrado 277 fallecidos por la COVID-19 y las víctimas mortales se incrementan, pero a pesar de esta grave situación, a David Estrada se le ve cumpliendo su labor y, de vez en cuando, descansando sentado frente a su centro de trabajo: la morgue COVID-19 del Hospital Regional.
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