El crimen se da en medio de un contexto de violencia entre grupos étnicos en África, algunos de los cuales tienen vínculos con yihadistas.
Al menos 18 personas murieron y quince más han quedado heridas, algunas de ellas de gravedad, por la explosión de un artefacto escondido en un cadáver en el centro de Mali el pasado lunes, en un atentado de características inéditas del que solo hoy se han conocido los detalles.
Según dijeron a la agencia Efe fuentes policiales, el suceso se produjo en la mañana del lunes, en Gondogourou, en la provincia de Mopti, en el centro del país. Primero, un lugareño desapareció cuando iba en busca de pasto para el ganado, y cuando su familia salió en su busca, lo encontraron muerto. Al ir a recoger su cadáver, explotó un artefacto que alguien había disimulado entre su ropa y su cuerpo.
El impacto fue tan grande que mató a dieciocho personas, todos ellos de etnia dogon. Las sospechas recaen sobre algún grupo peul, la otra etnia mayoritaria en la región de Mopti y que en los últimos tiempos está protagonizando choques cada vez más frecuentes con los dogon.
Violencia étnica
A las tensiones de origen étnico y por el control de la tierra se añade la frecuente connivenvia entre los peuls y los grupos yihadistas, hasta el punto de que muchos poblados peuls son acusados con razón o sin ella de complicidad con los grupos terroristas.
Uno de los líderes peuls más prominentes, el jeque Amadou Kouffa, fundador del llamado Frente de Liberación de Macina, se ha aliado con Al Qaeda y han formado juntos el grupo Nusrat al Islam wal Muslimin, que se ha convertido en el principal grupo yihadista en el Sahel.
EFE
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