De esta forma, seis años después de que Pekín acogiera los Juegos Olímpicos de 2008, el espíritu olímpico vuelve a China en Nankín, ciudad que también fue capital del país en el siglo XX.
Una ceremonia en la que el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, se hizo una autofoto en pleno discurso, y donde los chinos copiaron los "castells" catalanes, marcó el inicio de los II Juegos de la Juventud, que desde este sábado hasta el 28 de agosto se celebran en la ciudad oriental china de Nanjing.
La ceremonia comenzó con el tradicional desfile de las banderas de las naciones en competición (iniciado por Grecia y terminado por la anfitriona China), aunque en esta ocasión sólo participó un atleta por país (el abanderado), lo que acortó considerablemente una de las partes más largas y pesadas de ese tipo de eventos.
Las banderas de Sierra Leona y Liberia, países cuyas delegaciones decidieron no viajar a China debido a la epidemia de ébola, fueron portadas por voluntarios olímpicos chinos, mientras que la enseña de Nigeria, cuyos atletas sí se desplazaron a Nanjing pero a última hora declinaron participar, no apareció en la inauguración.
El único atleta de Sudán del Sur, país que aún no tiene comité olímpico, desfiló bajo la bandera olímpica.
Tras el paseo de banderas, Bach pronunció un discurso sobre la importancia del deporte para unir a los jóvenes, pero lo más destacado de su intervención no fueron las palabras, sino el hecho de que, de improviso, sacara una cámara y él y otros presentes en el estrado se hicieran un simbólico "selfie" y conminaran a todo el público a hacer lo mismo.
SHOW CON MUCHO COLOR
La parte artística de la ceremonia, en la que participaron 4.000 bailarines y actores, comenzó con un paseo por la Historia de China en la que luces, decorados, trajes de los artistas y músicas transportaron a los espectadores a los tiempos de la Ruta de la Seda, la porcelana de la dinastía Tang, los bronces de las primeras civilizaciones del Amarillo y el Yangtsé o los viajes de exploración del marino Zheng He.
Lo más espectacular, en todo caso, fue la "Idream Tower", una pirámide humana que en un principio parecía ser una versión china de un "castell" catalán, pero en la que los "castellers", flotando en el aire mediante un complejo sistema de alambres, formaron en el centro del estadio increíbles formas geométricas que arrancaron una sentida ovación por parte del público.
La inauguración terminó con la consabida entrada en el estadio de la antorcha olímpica, transportada por la estrella local Lin Dan (el mejor jugador de bádminton de la Historia) y que, tras varios relevos, acabó en manos de la saltadora de trampolín Chen Ruolin, cuadruple campeona olímpica, que encendió el pebetero.
EFE
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