En 1991 nació la promesa del Mercosur, un área de libre comercio y de integración regional originalmente conformada por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y al que luego se incorporó Venezuela, quien fue suspendida en el 2017. Sin embargo, lo que en 1991 se concibió como una unión con un gran potencial, hoy atraviesa grandes problemas. Milei, presidente de Argentina, decidió no asistir a la última reunión de líderes en Paraguay, y optó por conversar con el partido de oposición brasileño en lugar de conocer al presidente Lula da Silva, a quien calificó como corrupto. La verdad es que el Mercosur perdió la importancia que en algún momento prometió. ¿Cómo sucedió esto?
Podemos resumir el declive del Mercosur en dos factores: el ideológico y el económico. Presidentes como Lula Da Silva, en Brasil, o Peroni, en Argentina, buscaron utilizar y manipular el Mercosur para conseguir aliados políticos, como sucedió con Bolivia, en lugar de concentrarse en desarrollar la política de comercio. Con el tiempo, las medidas proteccionistas comenzaron a tomar fuerza y hoy existen 400 medidas arancelarias entre sus miembros. En el aspecto económico, sus dos miembros más grandes fallaron en dar estabilidad macroeconómica a la unión con la crisis del Corralito en Argentina en el 2001 o la devaluación del real brasileño en el 2009.
En algún momento se tuvo esperanza que la conclusión de las negociaciones con la Unión Europea daría sentido a la unión. Sin embargo, tras 20 años de negociación, nos encontramos en un mercado mundial más proteccionista que cuando las negociaciones comenzaron y en el que, difícilmente, los países europeos ratificarán el acuerdo. Más aun, Argentina amenaza con dejar el bloque económico. Entonces, ¿sigue teniendo sentido el Mercosur cuando su capacidad de expandir el comercio de sus miembros es cada vez más limitada?
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