No hay edad para ser donante, Omer y el señor León son prueba de ello. En un acto desinteresado y de amor, sus familias decidieron donar sus órganos y salvar otras vidas.
La donación de órganos representa una de las muestras de amor más desinteresadas y los testimonios son prueba de ello. Erika Mallqui es la madre de Omer, un niño de dos años que, gracias a la autorización de sus padres, donó su corazón, hígado y riñones para dar vida a otros tres pequeños.
“Donar es un acto de amor tan puro porque tanto es el amor hacia mi hijo que yo no quería que se quedara ahí, quería que lo poquito que él podía dar, que en otros niños pueda vivir”, expresa entre lágrimas. Con este acto desinteresado de solidaridad, Omer se convirtió en el donante más joven y es un ejemplo de la importancia de donar órganos.
Aunque el proceso de asimilación puede llegar a ser muy duro, la satisfacción de dar un significado más profundo a la vida de nuestros familiares permitiendo que otras personas vivan, es única. “Antes de que me hagan la pregunta sobre donar, yo ya había decidido que mi hijo donara porque quería que a él se le recordara” menciona Erika sobre cómo tomó la decisión final.
Agrega además que aún extraña a su hijo, pero que es muy grato saber que ayudó a otros niños a vivir: “me reconforta que haya salvado tres vidas, sabemos que tres familias más están contentas, están con sus hijos”.
El caso del donante más longevo también es de admirar. Su hijo, Orlando León Ramirez, manifestó muy emocionado que su padre siempre tuvo clara la decisión de donar sus órganos y así lo dispuso en su DNI, lo cual fue cumplido a cabalidad.
Aunque hay personas que expresan en vida su voluntad de ceder sus órganos, el Ministerio de Salud indica que más del 70% de familiares se niega a cumplir ese deseo. En ese sentido, es esencial manifestar nuestra voluntad expresamente a nuestros familiares para que puedan respetar nuestra decisión.
La presidenta ejecutiva del Seguro Social de Salud (EsSalud), Fiorella Molinelli Aristondo resaltó que todos podemos ser donantes pues “no existe límite de edad, solo basta tomar la decisión en vida y exhortar a la familia a que respete esa voluntad de donar sus órganos, acto que salva la vida de otras personas”.
Orlando está convencido de que “cualquier persona que desprenda parte de su cuerpo para dar vida a otras personas, nunca será olvidado, no solo por su familia sino por muchas otras”. Así, hace énfasis en que la donación no solo le cambia la vida a una sola persona, sino a toda la familia que acompaña el proceso. “Es paradójico que mientras nosotros llorábamos la partida de mi padre, otras cinco familias recibían la bendición de tener otra oportunidad de vida”, relató emocionado.
Tanto Erika como Orlando instan a los demás a ser donantes de órganos pues resulta un acto completo de amor desinteresado que le devuelve la fe y esperanza a muchos pacientes que aún siguen en la espera. Erika subraya que “lo que tenemos que hacer es unir esfuerzos para que la donación se haga posible y salvar muchas más vidas. Eso depende de la decisión que tomemos de donar”.
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